domingo, 9 de mayo de 2010

La natación terapéutica y la intervención psicomotríz
Por Lic. Mariela Papaleo
marielapapaleo@gmail.com

Introducción
El cuerpo teórico y la práctica psicomotríz, nos ofrecen herramientas para pensar el cuerpo en el agua, y precisar estrategias particulares con el fin de favorecer los modos de funcionamiento corporal de cada sujeto.
A partir de poder precisar, delinear, singularizar procedimientos, surgen preguntas centrales acerca de qué es lo que cura o alivia en el medio acuático? es el agua lo que cura o alivia? es el proceso terapéutico? Es lo que allí sucede entre el agua, el terapeuta y el paciente? Será aquello que el agua reúne en su fluidéz?
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Debemos considerar de gran valor las creencias que nos atraviesan acerca del agua, con un peso indiscutible en el proceso terapéutico y en sus efectos.
Se le ha conferido al agua un sentido curativo desde la Antigüedad, su poder sanador atraviesa practicas como la hidroterapia (ver articulo publicado), el valor del “agua bendita” en las religiones y sus poderes de purificación, como también considerar la natación “el deporte mas completo”
La medicina poco a poco se ha ido sumando a esta concepción curativa del agua. Y siendo la ciencia hegemónica que rige nuestros tiempos, que con saber soberano autoriza y legaliza las terapéuticas que corresponden a la curación del cuerpo, (mas bien aclaremos que se ocupa del organismo), indica los tratamientos adecuados para ello, siendo las actividades acuáticas altamente recomendadas por su bajo impacto.
Es la ciencia madre de las derivaciones a las diferentes disciplinas terapéuticas, y a propósito del medio acuático es un ámbito propicio para el abordaje de un gran espectro de enfermedades, permanentes o transitorias, discapacidades motoras y mentales, niños, adultos, tercera edad. Los bebés también asisten a la propuesta acuática como fuente de gran estimulación propioceptiva y sensorial, ligada a favorecer además el vinculo lúdico-parental.

Es evidente que sus “poderes curativos” se han extendido para todos aquellos que presentan algún tipo de disfuncionamiento en su cuerpo.
Ya no se circunscribe a la enseñanza de estilos, ni sólo a la rehabilitación funcional de una lesión muscular o articular, sino que ha ampliado su espectro al servicio de todos aquellos que por alguna razón la requieran, padecimientos en muchos casos ligados al stress.

En ese intersticio entre lo puramente rehabilitador del organismo, lo deportivo-recreativo, y todo el abanico de actividades que se ofrece en la actualidad, se ubica la intervención psicomotríz en el medio acuático, que tiene como premisa dejar entrar lo subjetivo del paciente, directriz que va a delinear un proceso particular frente a la uniformidad del diagnóstico médico.
Poderes magicos/curativos del agua vs. la intervención psicomotriz

Ahora bien, la pregunta sería si es el agua con sus poderes mágicos/curativos/descontracturantes, por su temperatura, por su generosidad envolvente, de por si nos ofrece la curación o el alivio… Si lo circunscribimos al ámbito de la psicomotricidad es la intervención del psicomotricista el eje esencial del trabajo.

Cuando hablamos de intervención en este área, nos referimos a una acción intencionada con miras a generar algún tipo de registro, modificación tónica, o variabilidad postural, etc. por parte del paciente, y esto se da en el marco de una relación terapéutica entre ambos.
Intervenir es estar al servicio de lo que es preciso hacer para ese paciente. La intervención se dirige a un otro, es particular porque responde a una situación determinada. Las acciones están contextuadas en un espacio-tiempo, las intervenciones están sujetas a esa dinámica, a ese paciente.

Es a través de esta apreciación, que se le da entrada a lo que el sujeto trae, posibilidades y obstáculos, fijezas e inhibiciones cobran un sentido, se desenvuelven, se resignifica la experiencia terrestre en una nueva lógica de movimiento. Sensaciones de comodidad e incomodidad comienzan a ser los primeros registros, a partir de esta nueva experiencia.

Los efectos terapéuticos en el medio acuático tienen alcances que superan el área puramente motriz – instrumental, la vitalidad acuática afecta al sujeto en su naturaleza humana….
El agua como terceridad en la intervención terapéutica*

En el abordaje terapéutico el agua viene a representar una terceridad: El paciente, el agua, el terapeuta… El agua puede considerarse no sólo como un fluido que nos reúne sino como un elemento/objeto que nos permite el intercambio.
Entre ambos el agua es un objeto, un tercero que pude incluirse como mediador… con los niños es muy oportuno conferirle al agua ciertas bondades, un espacio cálido y confortable que nos espera, nos contiene mientras jugamos y del que luego nos despedimos… es algo diferente a ambos.

A partir del agua como objeto, una secuencia espacio-temporal enmarca y organiza el encuentro terapéutico.
Descubrir el agua como terceridad es darle un estatuto de objeto, y aceptarla como tal es darle entrada a algo que no es no vos ni yo, sino otra cosa…una sustancia que nos envuelve a ambos, que nos convoca al encuentro, que nos reúne en su espacialidad.
Un fluido que nos invita a la fluidez, como experiencia vital en el intercambio.
Contamos con una terceridad que nos posibilita la comunicación, el armado de escenas, la ensoñación de lo vivido inéditamente en su volumen envolvente…
Confiamos en su envoltura y en su sostén, como espacio primigenio que nos ha alojado.
Con ella y en ella es posible el encuentro, el agua es el “entre dos” en el espacio terapéutico.
Es el elemento que nos salpica, que sostiene, que se traga involuntariamente, que se sopla, que nos traslada… es a traves de lo cual la mirada se cualifica en su transparencia, en su espesor…
A partir de su estruendosa magia inexplicable es que interactuamos en su seno.
La sonoridad propia del agua despierta y estimula la sonoridad del cuerpo. El ritmo de su mecimiento encadenado articula el cuerpo al movimiento y a la palabra. Nacen sonidos arrullados por la sonoridad. El agua es torbellino y es calma, da lugar al despliegue y a la pausa.
Cuando suceden fenómenos que trascienden la vivencia puramente orgánica, y aparece la experiencia lúdica, el registro de comodidad y de confianza, el agua se convierte en un simbolismo donde no es tan claro discernir donde reside su verdadera eficacia... será el entrecruzamiento que fluctua entre su misterio y su materia...?


*Agradezco especialmente la sugerencia vertida por la Lic. Roxana Lopez (Psicóloga) en relación al agua como terceridad.

5 comentarios:

  1. Me gustó mucho el artículo, felicitaciones
    Lic. Rodolfo Sangla, especialista en terapia acuática

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  2. Gracias Rodolfo! espero podamos encontrarnos en alguna oportunidad para el intercambio de saberes y experiencias en este área tan apasionante! un abrazo!

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  3. hola mariela me interesa mucho lo que haces yo tuve la suerte de conocerte personalmente en un curso de psicomotricidad en el agua el año pasado en la facultad de tres de febrero y me gustaria saber si seguis dictando cursos sobre este tema si es asi porfavor me gustaria que me avises muchos besos lorena

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  4. Hola Lorena, que bueno reencontrarnos, te tengo al tanto en el caso de dictarse proximamente un curso relativo a esta temática. un cariño! Mariela

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  5. hola mariela me entere del curso de febrero donde es bien la dire ? y que costos tienen las jornadas? es similar al que dictaste la otra vez en tresde ? o son otras tematicas ? muchos besoss teneme al tanto lorena

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