viernes, 16 de octubre de 2009

DEL SOSTÉN A LA FLOTACIÓN: EL ENFOQUE PSICOMOTOR EN EL MEDIO ACUÁTICO.

Por Lic. Mariela Papaleo

¿Por qué ofrecer un trabajo en el medio acuático a personas con discapacidad?

De acuerdo a mi experiencia en este campo, en el caso de las personas con discapacidades que afectan sensiblemente o en profundidad el área de la comunicación, sea cual fuere su cuadro de gravedad, creo conveniente el medio acuático como ámbito que propicia el interés hacia otros objetos. Las sensaciones de excitación o de calma, que a menudo ellos experimentan de manera involuntaria, pueden ir encontrando matices. Se acota el espacio, hay bordes, un adentro y un afuera, límites precisos. Pueden aproximarse de un modo mas interesado al intercambio con los objetos y con los otros.
El medio acuático convoca al movimiento de por si. Y el movimiento que se socializa, que se pone en juego en el intercambio con otros, va quitándole poco a poco fuerza a la estereotipia (en muchos casos características de algunas patologías). Es decir, el movimiento que se dinamiza, que no queda fijo, prospera, se transforma en otra cosa, adquiere el valor de comunicación.

Presentaré una temática de especial interés en mi práctica profesional que surge del trabajo cotidiano en el medio acuático. Puede ser pensada para niños, adolescentes o adultos, con discapacidad o sin ella.

La temática del sostén y la flotación, está ligada a la especificidad de la actividad acuática, y creo oportuno considerar los aportes que la psicomotricidad ofrece en este campo.
La flotación puede pensarse desde el punto de vista de la física y con objetivos orientados al aprendizaje técnico, al rendimiento deportivo. También puede pensarse el cuerpo en el agua para ser rehabilitado, desde el punto de vista biomecánico, o como en este caso, tomar un recorte de aquello que nos puede aportar el enfoque psicomotor.
Nos preguntamos entonces, si el agua, ¿es de por si un elemento de sostén del cuerpo? Si así fuera ¿Por qué es necesario un “período de ambientación al medio” en todos aquellos que se inician en esta actividad? ¿Cómo se gesta el propio sostén en el agua? ¿Por qué estaría ligado a la flotación?


¿QUÉ ES EL SOSTÉN?

Gastón Bachelard en “El agua y los sueños” (1997) nos sugiere una vinculación entre el agua y las significaciones relativas al sostén materno: “De los cuatro elementos, sólo el agua puede acunar. Es el elemento acunador. Es un rasgo más de su carácter femenino: acuna como una madre. El inconsciente no formula su principio de Arquímedes, pero lo vive”.
El Dr. J. De Ajuriaguerra nos introduce con algunos conceptos para comenzar a pensar en la temática del sostén: el concepto de Holding (Winnicott, 1960) lo traduce como “mantenencia, que quiere decir al mismo tiempo ayudo y doy forma. No es únicamente un apoyo… Es más bien acoger. Cuando se dice mantengo, parece sostengo, pero es más que eso, estoy alrededor también, al mismo tiempo lo defiendo, estoy con él ”
El Psicomotricista D. Calmels (2001), define el concepto de sostén como una “instancia fundante en las funciones de crianza que ejerce el adulto en relación al niño”. La especifica como una necesidad básica. “La función de sostén prioriza la relación corporal a través del eje del cuerpo. El niño es alzado desde su tronco. [….] Durante la crianza, el sostén del adulto varía en una dirección que coincide con el desarrollo del tono muscular. El eje tónico-postural es el lugar hegemónico de la vida de relación en la primera etapa. Avanzado el tiempo, el territorio distal del cuerpo será una nueva zona de apoyo y de sostén” Y agrega: Cuando el “tener en brazos” se transforma en un “sostén” adquiere el valor de un dar. La sola acción de tener en brazos no garantiza que se esté produciendo un acto de sostén. El sostén de apoyo se compone de actos y acontecimientos, más que de simples apoyos”.

El enfoque psicomotor hace alusión histórica a la conformación del cuerpo en la crianza, en la que el niño va logrando su propio sostén a partir del sostén de otro. En los llamados “intercambios tónico-posturales” en el vínculo mamá-bebé, el niño va percibiendo un particular registro a nivel del tono y la postura: en la tensión-distensión, vive situaciones de comodidad-incomodidad, ligadas al placer-displacer. Estos modos de sostén y de acomodaciones recíprocas van creando una espacio-temporalidad en el niño: en lo espacial alguien lo aloja, le ofrece un lugar donde situarse; en lo temporal, aparecen los ritmos primarios preponderantes de sueño-vigilia, hambre-saciedad, estrechamente ligados a los cambios en el tono.
En estos sostenes de la crianza, las acciones del adulto ejercidas sobre el niño, matizan estos estados tónicos, tienden a la modulación del tono, variable de acuerdo a los estados emocionales. Sensaciones primarias que van anidando en su estructura tónica, y en ella se irá arraigando la ontogénesis postural. El niño inaugura allí sus primeras nociones de espacio-temporalidad. Desde ese espacio parcial que lo circunda, acogedor, confiable en los brazos de otro, comienza a emprender el camino hacia su autonomía.

El cuerpo es gestado en el vínculo con otros, junto a otros, en presencia o no de patología neurológica. Durante la crianza, la significación humana respecto del accionar del niño (cuyo entramado es el lenguaje), permite que el puro impulso motor, la rigidez del tono, las crispaciones, devengan en gestualidad. Vale decir, lo motor adquiere el estatuto de psicomotor, cuando adviene el deseo de relacionarnos, de ubicar una dirección y un sentido en el hacer cotidiano, y esto sucede más allá de cualquier discapacidad o cuadros lesionales severos (de acuerdo a caso, varían las posibilidades de comunicación con el entorno).

Considero que la vivencia del sostén pone en juego el registro de sensaciones ligadas al equilibrio, a referencias auditivas y visuales, pero asimismo adquiere un valor simbólico en nuestra cultura. En este sentido, dejarse sostener está ligado a la confianza.
Pero, ¿con qué cuenta aquel que aún no ha vivenciado el sostén en la flotación?
Podríamos decir, que con un sostén previo que no es ni más (ni menos) que nuestra conformación como sujetos.
Sin embargo las primeras imágenes que anticipan la acción de “flotar solos”, están ligadas a la sensación de caer al vacío, es decir, a la del no sostén.
La sensación de quien aún no flota es el temor a caerse, a hundirse sin poder salir, pero sobretodo el temor a no ser sostenido. Razón por la cual creo tan importante la presencia allí del otro… Temor a no ser sostenido… ¿Por el agua o por quien lo asiste?
Allí mismo surge el dilema, y ahí caemos en la trampa de creer que el agua es de por si un elemento de sostén.


EL PROPIO SOSTEN EN JUEGO
Las primeras aproximaciones al agua se dan en un “proceso de ambientación” que es progresiva, para poder arribar luego al “logro de la flotación” tan esperada por todos: el profesional, los padres (en el caso de los niños) y hasta por el sujeto mismo. De ser para él aquello tan temido, una vez lograda la posibilidad de la flotación pasa a ser un descubrimiento muy placentero. Esto le permite desplazarse de manera horizontal, ensayando movimientos espontáneos a veces similares a las técnicas de nado.
Podemos aproximar tres conceptos que estarían ligados: sostén- flotación - autonomía. ¿Necesariamente se suceden en este orden?, ¿admitirían otro modo de ordenamiento…?
La mirada psicomotríz invita a indagar otras maneras de pensar la flotación. FLOTAR, podría definirse en cierto modo como un entregarse al apoyo que nos ofrece el medio líquido. Apoyo relativo, fluctuante, no sólido, inestable, diferente al habitual. El cuerpo suspendido, oscilante, con la sensación de liviandad solo posible de ser experimentada allí.
Quienes logramos pasar del dominio de la verticalidad a la horizontalidad acuática como modo de desplazamiento, sentimos que el agua nos sostiene… confiamos en que en ella podemos desplazarnos, sumergirnos y salir, coordinar el ritmo respiratorio, adecuarlo, variar nuestras posiciones y posturas, movernos con la misma libertad postural (en mas o en menos) que en el medio terrestre. Podemos perder sin temor, ocasionalmente el domino bípedo ya afianzado, para percibir nuevamente una mayor superficie en los apoyos, como sucedía usualmente en edades tempranas. Junto a la inmersión del rostro, la flotación es un logro de especificidad acuática que dará lugar a los sucesivos aprendizajes. ¿Qué se pone en juego en este dejarse sostener por el agua vivenciado en la flotación?
La flotación es considerada como un proceso, como una vivencia sustentada sobre la base del propio sostén del cuerpo. El cuerpo no puede flotar de por sí, sino es a través de la propia experiencia en el medio acuático.

EL CONTACTO EN EL SOSTÉN
El contacto es un modo de sostén, sobretodo inicialmente es un apoyo necesario. Intenta facilitar el registro postural, proveer a la persona de un sostén concreto cuando aún no ha sido vivenciado en el agua. Pero también hay otros modos de sostén corporales que no se limitan al contacto directo: la mirada y la voz son asimismo formas de contacto y de sostén que crean cierta especialidad necesaria, conforme avanza el aprendizaje, más aún en casos en que los límites corporales no están claramente delimitados, conformados, establecidos estructuralmente. En algunos niños (ya sea con o sin discapacidad), el “pegoteo con el otro” da cuenta de que algo de lo psicomotor no terminó de instalarse respecto de la autonomía del propio cuerpo. El exceso de contacto, confunde aún más el límite muy poco claro entre ambos, y a veces sin tener conocimiento de ello uno apela a este contacto en el que se persevera en la indiscriminación que el niño padece.
En la medida en que los cuerpos se van distanciando en este proceso de acompañamiento en el aprendizaje, el contacto directo va siendo menos necesario, y toman entonces la posta, la mirada y la voz, como aquellos recursos que organizan y orientan el accionar del otro. La palabra, además de organizar y orientar la acción, otorga temporalidad, instala ritmos, pausas. Estas otras formas de contacto son formas de ligazón al otro que sostienen. Por otra parte, el contacto directo de las manos sobre el cuerpo del otro, no siempre distiende ni favorece los estados tónicos adecuados para poder moverse allí. Se ofrece de tal manera que no inquiete, ni incomode, es un contacto que no debe ser persistente, sino atento a lo que el otro va necesitando.

LOS JUEGOS DE SOSTÉN

Entiendo que el cuerpo del profesional allí sumergido junto al del niño, es el lugar primordial de sostén inaugural, que ofrece mucho más que una superficie de contacto o de apoyo. En ese espacio se generan los denominados “juegos de sostén” que D. Calmels, (2001) analiza dentro de las funciones de crianza. Los más frecuentemente instrumentados con los niños se desarrollan con el propio cuerpo y/o con objetos intermediarios (tablas, objetos con superficies planas que invitan a subirse).
Mencionaré algunos de ellos:
o Mecimientos.
o Apoyos diversos sobre superficies amplias y reducidas, en decúbitos, sentados, de rodillas (con creciente criterio de complejidad postural).
o Rolidos
o Traslados montados sobre objetos y traslados de los niños entre si.
o Deslizamientos, etc.

El poder dejarse sostener primero por el otro y luego por el agua da cuenta del autosostén.

Podemos inferir por todo lo expresado que en el agua se reedita el propio sostén, aquel construido en el vínculo temprano. Porque flotar, no es más que dejarse sostener por el agua, habiendo perdido de manera temporaria el domino bípedo, con una vuelta a percibir la horizontalidad.
Acceder a la flotación, implica una cierta acomodación postural.
Respecto de la postura, temática ligada al sostén y a la flotación, será desarrollada en un artículo de próxima publicación.


Mariela K. Papaleo
Licenciada en Psicomotricidad (UNTREF)
Prof. Nac. de Educación Física
Terapeuta Especializada en el medio acuático

Pag Web : www.espacioacuatico.com.ar

E-mail:
psicomotricidad@argentina.com


Bibliografía consultada

 Bachelard, G. (1997) El agua y los sueños. México: Fondo de Cultura Económica.


 Calmels, D. (2001) Del sostén a la transgresión. El cuerpo en la crianza. Capítulos de psicomotricidad. Bs. As.: Ediciones Novedades Educativas.

 De Ajuriaguerra, J. (1993) Manual de Psiquiatría Infantil. España: Edit. Masson

 De Ajuriaguerra, J. (1982) “Ontogénesis de las posturas”. En Alonso- Fernández, Francisco. (Comp.) Cuerpo y comunicación. Madrid: Ediciones Pirámide, S. A.
 Jardí Pinyol, C. (2000) Movernos en el agua. Barcelona: Editorial Paidotribo.
 Winnicott, Donald. La pareja madre-lactante: La función materna. (1960) Biblioteca D. Winnicott. [en línea] [citado marzo 2005] Disponible en Internet

 Papaleo, M. (2005) “El cuerpo del niño en la espacio-temporalidad acuática. La perspectiva psicomotríz en los primeros aprendizajes”. Tesis de grado de la carrera de Licenciatura en Psicomotricidad de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.

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